La medalla de oro, que custodia el Banco de España, permanecerá hasta el próximo 25 de julio en la antigua cámara acorazada del Instituto Cervantes, que después acogerá un legado permanente del padre de la neurociencia
La Caja de las Letras guarda la medalla del Nobel de Medicina 1906 de Santiago Ramón y Cajal, que el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, depositó en un acto que ha sido a la vez un reconocimiento al gran investigador español y un homenaje a la ciencia y a los médicos en estos tiempos marcados por la pandemia.
El ministro de Ciencia e Innovación ha recordado que «lo más importante» del legado que dejó Santiago Ramón y Cajal fueron «las bases que sentó de la ciencia en España» y ha destacado la importancia de incrementar los presupuestos para la ciencia porque «es la inversión más productiva», la que nos permitirá «equiparnos a los países más desarrollados». «La apuesta por el conocimiento y la innovación es además la única forma de salir de la actual situación», ha concluido.
Por su parte, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha subrayado que Ramón y Cajal fue «un patriota que, frente a los bulos, las supersticiones y los enfrentamientos, apostó por trabajar desde la ciencia por el desarrollo de la sociedad». Su figura, agregó es «decisiva» por sus descubrimientos sobre el cerebro humano y porque «vio la ciencia como una apuesta patriótica en defensa de la sociedad». «Hoy estamos homenajeando a un patriota», ha dicho.
En representación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), su vicepresidenta de Organización y Relaciones Institucionales, Rosina López-Alonso, ha destacado la relevancia de su trabajo como presidente de la Junta de Ampliación de Estudios (desde su creación en 1907 hasta la muerte de Cajal), con la que se formaran y trabajaran los mejores científicos e intelectuales españoles, siempre con un espíritu de modernidad y renovación.
Tras las intervenciones celebradas en el salón de actos del Cervantes, el ministro depositó en la Caja de las Letras la medalla Nobel como legado in memoriam en la caja de seguridad número 1.721, ubicado encima del buzón dedicado a los hermanos Machado.
García Montero anunció que, cuando se abra dentro de dos meses, acogerá otro legado formado por una primera edición de Cuentos de vacaciones (un libro de relatos del investigador) y dos ediciones (de 2002 y 2017) de su autobiografía, entre otros objetos. También se prepara otro legado de su discípulo Severo Ochoa.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) sentó las bases de la ciencia en España, y la llevó a la vanguardia de la ciencia internacional. Fue un hombre polifacético que además se interesó por la fotografía, el dibujo (son conocidos mundialmente sus dibujos de células nerviosas), la pintura y la escritura. En su honor se creó hace ahora un siglo, en 1920, el prestigioso Instituto Cajal, integrado en el CSIC desde 1939. Dirigido por Ricardo Martínez Murillo, el Instituto Cajal es el mayor centro de investigación en neurociencias de España y continúa estudiando el funcionamiento de la compleja estructura del sistema nervioso humano.
Impulso al español como lengua de ciencia
El homenaje de hoy se enmarca en el acuerdo de colaboración que firmaron el pasado octubre el entonces ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones y Luis García Montero. Supone un paso importante de cara a la creación del grupo de trabajo «Español, lengua de ciencia y tecnología», cuyo reto principal será la incorporación activa del idioma español al mundo de la investigación científica.
Esta iniciativa del Ministerio de Ciencia y del Cervantes se retomará el próximo mes de septiembre después de posponer su primera reunión, que se iba a celebrar el 23 de marzo. Para García Montero, ambas partes quieren trabajar para que «la ciencia y la innovación tecnológica sean un referente imprescindible para el español». «La mejor manera de ayudar al progreso de la comunidad hispánica es potenciar el español en la ciencia y la tecnología», ha sentenciado el director del Instituto Cervantes.
El ministro se ha sumado a esta idea y ha recordado cómo el propio Ramón y Cajal lamentó que el español fuera «una lengua desconocida de los sabios» cuando viajó a Alemania a mostrar sus investigaciones.