Joaquín Achúcarro, el más internacional de los actuales maestros españoles del piano, fue elegido académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por la sección de Música. Propusieron su candidatura el musicólogo José Luis García del Busto, el compositor Tomás Marco y el arquitecto Rafael Moneo
Con su ingreso como académico honorario, Joaquín Achúcarro consolida su vinculación a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF), de la que formaba parte desde 1987 en calidad de académico correspondiente. Concibió su intervención en dos partes: tras el preceptivo discurso de ingreso, interpretó al piano una selección de piezas de Debussy, Falla y Ravel.
Como introductor por parte de la Academia, el crítico musical García del Busto elogió la sólida trayectoria del pianista y evocó sus cualidades profesionales y humanas. En su laudatio destacó especialmente la vocación investigadora de Achúcarro, derivada de la consciencia de que la música importante guarda sutiles matices en sus partituras, sólo desvelados a través de una paciente investigación. Esa forma de abordar la práctica musical se basa en una búsqueda constante “en pos de los contenidos musicales y expresivos más emocionantes y verdaderos que residen en cada partitura y hacen de ella una obra de arte”. La búsqueda de la verdad es la esencia del modo de entender la música por el maestro; en palabras de García del Busto, perseguir “la verdad musical y hacerla aflorar, para sentir su profundo contenido y comunicarlo a los oyentes, a quienes hay que emocionar, más que deslumbrar”.
En su discurso de ingreso, titulado Música y lenguaje, hermanos, Joaquín Achúcarro aludió a los componentes esenciales de la emoción, sensación y estado de ánimo para enfrentarse a la creación artística. Centró sus palabras preliminares en anticipar los motivos que le impulsaron a escoger a Debussy y Ravel para interpretarlos en el acto de su ingreso. Además de conmemorarse el centenario del nacimiento de Debussy, Achúcarro señaló que ambos compositores “dieron un vuelco a la manera de entender la emoción musical, haciendo pedazos las reglas de la armonía tradicional”.
Como continuidad a sus palabras, el repertorio escogido por el pianista comenzó con dos Preludios de Claude Debussy, Voiles (Livre I) y Brouillards (Livre II). Continuó en su parte central con otra pieza del gran compositor francés, Soirée dans Grenade del tríptico Estampes y, sin interrupción, el Homenaje a Debussy de Manuel de Falla, donde precisamente el maestro español cita unos compases de esa evocación nocturna granadina de Debussy. Para concluir el programa, los complicadísimos pasajes de Alborada del gracioso, cuarta pieza de la suite Miroirs de Maurice Ravel.
Joaquín Achúcarro ha expresado en varias ocasiones su manera de entender la interpretación pianística: “Yo siempre he buscado la verdad que hay debajo del virtuosismo. No he querido apabullar con exhibiciones atléticas sino convencer sugiriendo la belleza y el misterio de la música”.