Del 22 de mayo al 2 de septiembre de 2012 (Acceso gratuito)
Coincidiendo con la celebración de su 20 aniversario, el Museo Thyssen-Bornemisza ha puesto en marcha diversas actividades para conmemorar su apertura. En este contexto se inscribe <miradas cruzadas>, un ciclo expositivo cuyo objetivo es incentivar en los visitantes un juego de conexiones y divergencias entre obras de distintas épocas y estilos procedentes de las colecciones del propio Museo.
A partir del 22 de mayo se presenta, en la sala mirador de la primera planta -con acceso directo desde el hall central y entrada libre-, la segunda entrega de esta serie, con el título
Rostros y manos, pintura germánica antigua y moderna. La muestra propone una confrontación entre el Renacimiento germánico y el Expresionismo y la Nueva Objetividad que surgen en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, con obras de Alberto Durero,
Lucas Cranach el Joven, Otto Dix o Max Beckmann, entre otros. Tanto en el Renacimiento como en el siglo XX los artistas de estos movimientos se interesaron por el hombre y su imagen, así como por su exaltación a través del arte. Para estos ideales el retrato era el vehículo perfecto, lo que contribuyó al gran auge que tuvo en ambas épocas.
El retrato constituye uno de los géneros pictóricos de mayor calidad y cantidad de la
Colección Permanente del Museo Thyssen-Bornemisza. Su importancia dentro de la tradición pictórica alemana explica la preferencia por este género del primer barón
Thyssen-Bornemisza y de su hijo y fundador del Museo, Hans Heinrich.
Una mirada atenta a la selección de obras que se presenta en este nuevo montaje permitirá al espectador advertir la influencia que los maestros antiguos alemanes ejercieron sobre artistas como Otto Dix o
Max Beckmann a principios del siglo XX. A pesar de su lejanía en el tiempo, es posible observar su proximidad técnica y teórica en aspectos como la similitud en los esquemas de representación, el interés por el detalle y el realismo, así como la obsesión por retratar la personalidad y la psicología de los personajes a través de los rostros y de las manos.
Rostros y manos que acaparan la atención, llegando a ocupar a veces la totalidad de la superficie pictórica; como en Cristo entre los doctores, obra maestra de la Colección, en la que Durero intensifica la expresividad a través del gesto rozando incluso lo grotesco.
También el rostro y la mano de Beckmann en su Autorretrato o de Max Schmidt, en el retrato realizado por el austríaco Oskar Kokoschka, se convierten en el centro de las miradas y cobran un papel protagonista para representar la psicología de los personajes.
Otto Dix, figura clave de la Nueva Objetividad, refleja también en su obra una evidente influencia de la tradición pictórica germánica, recuperando la técnica de pintura sobre tabla o las veladuras de los maestros renacentistas. La puesta en escena de sus cuadros, como vemos en Hugo Erfurth con perro, muestra igualmente un gran paralelismo con obras de maestros del Renacimiento, con la figura humana destacada sobre grandes cortinajes y fondos en diferentes gamas de azul. Así lo vemos, por ejemplo, en Retrato de Ruprecht Stüpf, de Barthel Beham (1528). En ambos casos, como en otras obras reunidas temporalmente en esta selección, la abundancia de detalles y el realismo permiten al artista transmitir la psicología del retratado o resaltar elementos u objetos que nos hablan de su estatus social, su oficio o su personalidad.
Un Comentario
Monet
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