A la consecución del título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha contribuido la idea de que la Universidad de Alcalá, ha sido una universidad difusora del conocimiento y de la lengua.
[flagallery gid=8 name=Gallery]
El día 2 de diciembre de 1998 la UNESCO declaró a la Universidad y recinto histórico de la Ciudad de Alcalá de Henares Patrimonio de la Humanidad. Alcalá tuvo que competir con más de cuarenta candidatas, entre las cuales se encontraban algunas ciudades españolas.
Las principales valoraciones para otorgar tan importante reconocimiento se resumen en los siguientes factores: la condición de Alcalá de Henares como primera ciudad universitaria planificada en la Edad Moderna y el concepto de Ciudad del Saber y su repercusión cultural con la Biblia Políglota o las obras de Nebrija, además de haber sido gran ciudad en el Siglo de Oro y cuna de Cervantes autor de El Quijote, obra fundamental de la lengua castellana.
A lo largo de este artículo, mencionaremos algunas justificaciones de la decisión de su nombramiento, agradeciendo de forma muy especial a Manuel Gala exRector de la misma, que con su tesón y, como él decía – la cantidad de horas y zapatos que gastó en los pasillos del ministerio de educación y cultura-, consiguió que la universidad y Alcalá de Henares pudieran ser nombrados Patrimonio de la Humanidad.
A la consecución del título ha contribuido la idea de que la Universidad de Alcalá, ha sido una universidad difusora del conocimiento y de la lengua.
La Universidad dio sus primeros pasos en el Colegio de San Ildefonso de la mano del Cardenal Cisneros, fundador de la misma, convirtiéndose en una Ciudad planificada como Universidad, por la cantidad de centros que se crearon para ejercer la labor docente, compitiendo con ciudades universitarias como Bolonia, Oxford o Salamanca, con la diferencia de que todas estas fueron creadas alrededor de las ciudades, y no al contrario, como es el caso.
El Cardenal Cisneros, realizó importantes reformas para dotar a la ciudad de los medios necesarios para que estudiantes, profesores y todo el conjunto universitario, pudiera desarrollar sus cometidos de una forma eficaz. La idea fue copiada por muchas universidades de España e Hispanoamérica.
En 1499 Cisneros comenzó a comprar edificios y solares para ubicar en el primer tercio del siglo XVI, las dependencias universitarias. Hoy en día y gracias a los importantes esfuerzos en inversión y, porque no decirlo, al empecinamiento, de una serie de personas que se propusieron reactivar la iniciativa del Cardenal unos cuantos siglos después. Ahora la Universidad de Alcalá, vuelve a estar en la posición de prestigio que nunca debió perder. Los edificios se han rehabilitado y se han recuperado para el cometido que fueron diseñados después de haberlos utilizado para otros usos, volviendo a las funciones para los que fueron edificados.
En 1968 se produce la declaración del Recinto Histórico como Bien Cultural protegido por la Ley. Desde entonces comienza a producirse una actividad más intensa de restauraciones sobre el conjunto de los más importantes edificios universitarios y religiosos del Recinto Histórico, en especial sobre los nueve Conventos existentes en el mismo.
Es a partir de 1977 con la recuperación de la función universitaria de Alcalá y la constitución poco después de las nuevas corporaciones municipales democráticas en España, cuando se plantea la reutilización para usos universitarios y de equipamiento ciudadano, de los grandes edificios conservados del pasado.
Por fin en 1985 se firma el Convenio Interdepartamental que supone la singular concurrencia de las diversas administraciones públicas con el fin de recuperar la ciudad universitaria de Alcalá. Se pone en marcha un gran programa de ejecución física y funcional de las edificaciones universitarias y civiles, que ha merecido diversos premios internacionales y que hoy en día se prolonga con las nuevas actuaciones concertadas con la Comunidad de Madrid y la Administración Central.
Creación y difusión de un modelo lingüístico universal
Las Facultades de Gramática y Retórica de la época, fueron los impulsores de la Norma Lingüística para unificar el idioma español correcto y, que aún está en vigor. La lengua española, la universidad de Alcalá y su Ciudad es un conjunto inseparable y, sí alguno de ellos faltase, la lengua española no tendría en el mundo la difusión que tiene actualmente. Alcalá ha contribuido en la elaboración de ortografías, gramáticas y léxicos destinados a establecer los usos de los hablantes.
La Biblia políglota
El Cardenal Cisneros encomendó a la Universidad de Alcalá en 1502 la Edición de la Primera Biblia Poliglota. Su transcendencia reside en que es la primera vez en la Historia en la que se crean los fundamentos y mecanismos del análisis comparado gramatical entre diversos textos de lenguas distintas.
El gramático y humanista Elio Antonio de Nebrija, fue el autor de la Primera Gramática de una Lengua Romance Gramática de la lengua castellana en 1492, del Vocabulario español-latino, del Diccionario latino-español y de las Reglas de Orthograpfía en la Lengua Castellana. Después de haber estudiado en Salamanca, Bolonia y Sevilla, comenzó sus enseñanzas de Humanidades en la recién creada Universidad de Alcalá.
El Vocabulario español-latino sirvió de listado básico de palabras, a partir de la cual se buscaron las correspondencias con otras lenguas. El objetivo principal de estas lenguas fue construir un arte de hablar según los criterios aristotélicos de “materia y forma”, es decir recuperar una cultura, conocerla e insertarla en el habla y en la lengua escrita como instrumento de los “Studia Humanitatis”, esencia del Humanismo Renacentista.
Impulso internacional de la lengua española
En la Universidad de Alcalá se formaron intelectuales y literatos de dimensión universal y cuna de escritores ilustres. El buen profesorado, la imprenta y su cercanía con la Corte de Madrid, explican que algunos de sus alumnos se convirtieran más tarde en los representantes más universales del pensamiento y las letras españolas: San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Quevedo, Tirso de Molina y Calderón de la Barca, entre otros.
Pero para que la expansión fuera amplia. El Cardenal Cisneros, pensó que debían crear una imprenta importante para que todo lo acontecido en su Universidad perdurase en el tiempo con la publicación de sus libros, tanto de las ciencias como de las letras. Así, la imprenta de Alcalá comenzó a editar un gran número de obras. En este sentido, ya desde el principio la Universidad de Alcalá contó con importantes maestros libreros tanto españoles como extranjeros, a los cuales incluyó en la nómina de oficiales que gozaban del Fuero Universitario por la realización de actividades remuneradas en el seno de la Institución.
De este modo, la imprenta alcalaína comenzó a producir obras en número únicamente comparable a las publicadas en Toledo o Medina del Campo, superando ampliamente, hasta pasado mucho tiempo, a la propia imprenta de lugares tan significativos como Madrid o Valladolid.
Numerosas fueron las obras impresas en la Universidad de Alcalá de Henares a lo largo de los siglos, siendo con toda probabilidad la primera edición realizada la de Estanislao Polono, publicada en 1502. Entre 1514 y 1517 Arnaldo Guillén de Brocar y su hijo Juan imprimieron múltiples libros científicos, entre ellos el primer tomo de la Biblia Políglota, convertida en la mejor muestra de la tipografía española del Renacimiento. Esta actividad sería proseguida por Méndez de Robles. Algunos Colegios Menores, como signo de ostentación e importancia, tuvieron su propia imprenta.
Destacaron además otros importantes impresores como fueron el flamenco Juan de Meci, Miguel de Eguía (1529), que fue uno de los principales sustentadores de las ideas erasmistas en España. De su tipografía alcalaína se publicaron más de una veintena de obras de Erasmo, asegurándosele el monopolio de su impresión durante ocho años. Este derroche erasmiano convertiría a la Universidad de Alcalá en el núcleo principal del estudio de Erasmo y su difusión. Las consecuencias serían funestas cuando la Inquisición, entendiendo que las teorías de Erasmo eran heréticas e impregnadas de alumbradismo e iluminismo, intervino sus obras y procesó a Miguel de Eguía, sin embargo la función de transformación, de visión de futuro, de entrada y emisión de nuevas idea siempre estuvo presente en la Universidad de Alcalá.
Andrés de Angulo (1569), Sebastián Martínez, Juan Iñiguez de Lequerica (1575), Robles Ezpeleta (1588), Juan Gracián (1589) y su viuda Ana de Salinas (1594), Justo Sánchez Crespo (1607), Antonio Deplaste, Antonio Vázquez y su viuda María Fernández (1661), Francisco García Fernández (1698), José Esàrtosa (1730 y 1737), y su viuda María García Briones (1769), José Antonio Ibarrola (1790), y un largo etcétera. Todas estas obras pasarían por las bibliotecas de aquellos centros -educativos o no- más significados del Mundo Occidental, fundamentalmente europeos y americanos.
El espíritu humanista de la Universidad predisponía a entusiasmarse con la Philosophia Christi. La Pre reforma de Cisneros fue el inicio de un movimiento de fervor religioso de la época. De ahí que en el decenio de 1525-35 se produjera en Alcalá un hecho trascendental: el movimiento erasmista. Desde sus aulas y sus valedores en la corte: Juan de Vergara y el Arzobispo de Toledo, Fonseca (1523) se apoyó intensamente las teorías de Erasmo de Róterdam. Miguel de Eguía, continuador de Arnao Guillén Brocar, editó más de veinte de sus obras. A partir de 1525 la publicación del Enchiridion en latín para círculos intelectuales muy concretos y la posterior traducción al castellano por el Arcediano del Alcor, iluminó las conciencias religiosas de sus lectores. Miles de ejemplares se agotaron rápidamente. Después vendrían las Paraphrases de los Evangelios y las Epístolas. La piedad rutinaria y vacía se trocó en interiorización de la fe y en una práctica espiritual que enfervorizó a los católicos de aquel tiempo. Desde Alcalá, y su imprenta universitaria, la nueva visión de aquel evangelismo erasmiano tuvo su luz permanente y sostenida.
Profesorado
El grandioso Imperio Español en Europa, América y Asia con una compleja Administración Política, Económica y Social no hubiera sido posible sin los cuadros dirigentes formados en Alcalá. El sistema de acceso a la Universidad era considerablemente selectivo. La Universidad fundada por el cardenal Cisneros, puso los cimientos de una Ciudad del Saber, punto de referencia de todo el Siglo de Oro Español. Sobresalen por su proceder durante las primeras décadas del siglo XVI muchos profesores de Alcalá, como el teólogo Miguel Carrasco, para quién Cisneros destinaba la designación de Rector perpetuo. Sus sucesores, también teólogos, Juan Medina y Andrés Cuesta, este último uno de los más significativos padres del Concilio de Trento.
En las Artes Liberales se distinguieron Alfonso de Prado, Diego Naveros y Tomás de Villanueva, quien llegó a Alcalá para consagrarse al estudio de la Gramática, Retórica y Artes, siendo Provincial y reformador de su orden agustiniana y designado por el Emperador Carlos como consejero personal, encontrándose entre sus discípulos complutenses Fernando de Encinas y el gran teólogo Domingo de Soto.
Grandes profesores de Medicina fueron Cartagena, médico del Emperador, Pedro León y Juan Reinoso, quien se formó en Italia y desarrolló en el seno de la Universidad de Alcalá los estudios de Hipócrates y Galeno.
Fray Luis de León, tras estudiar Teología en Salamanca, vino a la Universidad de Alcalá de Henares en donde continuaría sus estudios.
Entre otras grandes glorias de la cultura hispana que realizan sus estudios o enseñan en la Universidad de Alcalá de Henares son el Arzobispo Bartolomé Carranza, Mateo Alemán, Antonio de Covarrubias y Leiva, Andrés Llaguno, Benito Arias Montano, Francisco Suárez, Ambrosio de Morales, Jerónimo de Zurita, Antonio Agustín, Diego de Guevara, el Arzobispo Rojas y Sandoval, Pablo de Céspedes, Juan Ginés de Sepulveda, Melchor Cano, el Padre Pedro de Rivadeneyra, el Padre Juan Eusebio Nieremberg, Gaspar Melchor Jovellanos, y también sería necesario destacar un doctorado muy especial, el de María Isidra de Guzmán y la Cerda, cuando en la mayor parte de las Universidades se consideraba que la mujer no debía tener acceso a la misma.
La Sociedad de Condueños
La decadencia que sufre Alcalá y su Universidad, hace que el 29 de octubre de 1850 un grupo de personas de todas las clases sociales, y ante la pasividad de las autoridades, se unan para comprar la manzana donde se ubica la vieja Universidad. A primeros de diciembre, toman posesión del edificio, el 15 de ese mismo mes firman las escrituras de compraventa y el 12 de Enero siguiente constituyen la “Sociedad de Codueños de los edificios que fueron Universidad”. Doscientos cuatro vecinos de Alcalá, casi un cuarto de su población en aquellas fechas, la integran. Y entre ellos profesores de la Universidad, abogados, médicos, eclesiásticos, agricultores, comerciantes, albañiles, carpinteros, cerrajeros y demás profesiones y oficios.
¿Que movió a tantos alcalaínos a defender su pasado? Ellos mismos responden en su “Exposición de motivos para crear la Sociedad: “nunca entro en las miras de los alcalaínos proporcionarse con tal adquisición ningún medio de lograr intereses pecuniarios ni otros ruines y mezquinos de ninguna clase, sino solo el muy noble, grande y natural de que no desapareciera una obra digna a todas luces para conservarse para gloria de la nación, para monumento de las elevadas ideas del varón insigne a quien se debe (Cisneros) y para consuelo del pueblo que mereciendo tan señalada predilección del mismo ha querido en señal de gratitud legar a la posteridad complutenses este respetable objeto de buena memoria”. Según comentó en su día Arsenio Lope-Huerta, ex alcalde de Alcalá de Henares – los Condueños representan así la mejor prueba de generosidad de todo un pueblo que sabía que, salvaguardando su pasado aseguraba su futuro-. Hoy Alcalá es otra. La Universidad retornó a su vieja casa, la UNESCO la declaró Patrimonio de La Humanidad. Ni lo uno ni lo otro, hubiera sido posible sin la acción de los Condueños.