Discos de diversos tamaños, colores y hasta formas se encuentran en la colección de la Biblioteca Nacional de España (BNE)
La Biblioteca Nacional de España conserva en sus fondos una de las colecciones más grandes de discos de vinilo del país, que cuenta aproximadamente con 300.000 grabaciones en este formato. Parte de esta colección está aún sin catalogar, pero hacerlo es uno de los objetivos prioritarios del Servicio de Registros sonoros de la Biblioteca. Los orígenes de esta colección se remontan a 1958, cuando la publicación de la Ley de Depósito Legal estableció la obligación de depositar en la BNE al menos una copia de cada grabación sonora que se publicase.
El disco de vinilo apareció a mediados de los cincuenta del siglo pasado, y gracias a las propiedades del material con el que se fabricaba consiguió desplazar rápidamente a su antecesor: el disco de 78 revoluciones por minuto o “disco de pizarra”. A pesar del retroceso que experimentaron con la aparición de otros formatos como el casete y especialmente el CD, se han seguido vendiendo vinilos, e incluso otros formatos más modernos han imitado el aspecto de estos discos.
Así lo hace Imbècil, primer trabajo discográfico del grupo Prozak Soup, que se encuentra disponible en la BNE. Esta obra se comercializa en una memoria USB cuya funda imita en proporción y forma a las carpetas en las que se introducían los vinilos.
El aspecto de estos discos no siempre se ha limitado al clásico formato circular de color negro, sino que hay una gran diversidad de tamaños, colores o formas que puede adoptar este soporte. La dimensión del vinilo determina su duración, siendo las medidas más habituales el de 30 centímetros para álbumes y el de 18 para sencillos. Sin embargo, se encuentran discos con tamaños desde los 5 a los 50 cm.
Respecto al color de los vinilos, pese al predominio del negro, existen de todos los colores. Dentro de los fondos de la BNE hay algunas piezas que huyen de la monocromía negra como por ejemplo el LP Gold EP de Jerry Daley, que es totalmente blanco o la caja recopilatorio Grandes éxitos, pequeños desastres de Dani Martín, que incluye discos de color verde, blanco, negro, rojo y naranja. Sangre, sudor y laGrima, el primer LP del grupo Los Wallas, es completamente morado y la reedición en 2016 del álbum Tormentas imaginarias de la banda granadina 091 se hizo en color naranja.
Además, existen discos que muestran imágenes directamente sobre el vinilo: los discos ilustrados. Un ejemplo de este formato son las ediciones infantiles que incluían dibujos sobre su superficie y un carrusel de espejos que al ponerse sobre el vinilo en movimiento reflejaban las imágenes produciendo un efecto óptico. Aunque no se conserva el carrusel de espejos, en la Biblioteca Nacional podemos encontrar algunas de estas curiosas obras, como Pecho tabla: el feroz guerrero, que data de 1961.
Tampoco la forma de los vinilos es siempre circular. Hay discos de diversas formas: siluetas, triángulos, estrellas… Este sería el caso de las postales sonoras, de forma cuadrada o rectangular. Estas tarjetas, que llevaban insertadas un pequeño disco podían registrar grabaciones musicales, pero también mensajes de voz.
La carpeta que protege a los discos de vinilo es la parte más visual del mismo y posee un gran tamaño, por lo que su aspecto estético ha sido siempre muy cuidado. Existen ilustraciones de portadas que se han convertido en sello de identidad de sus grupos. Un ejemplo de ello es la ilustración del álbum de Pink Floyd The dark side of the moon, fácilmente reconocible como logo de la banda en muchos artículos de promoción.
En la colección de vinilos de la Biblioteca Nacional no se conserva sólo música,
sino también programas de radio, grabaciones de obras infantiles o voces de poetas como Neruda recitando sus composiciones. El archivo de la palabra es el encargado de gestionar y difundir estos documentos que recogen la voz hablada.